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La seducción de un café.

Written by on agosto 21, 2022

Por Jennifer Barillas.

¿Alguna vez le has hecho el amor a tu café? Mi mañanero irremplazable es ese.

Colecciono en Pinterest https://www.pinterest.com/JenniferBarillasCoaching/ imágenes de tazas de cappuccinos de un tiempo hacia acá. En verdad es como pornografía, entre artística y culinaria, me dejo arrastrar por la belleza estética y lo que evoca en mí verlas. Solo los amantes de esta bebida que considero vital y sagrada para mí pueden comprender.

Cuando la mastóloga me dijo este año que limitara el café, le dije que solo era una taza al día, y es verdad, pero esa taza y yo nos hacemos el amor más intenso y apasionado cada mañana.

Estoy siendo arrogante, en realidad no siempre nos hacemos el amor apasionadamente, algunas veces se parece más al sexo de un matrimonio desgastado.Se enfría porque las carreras de atender todo lo demás hace que olvide ese enorme placer.Y llego a sorberlo cuando ha perdido su fogosidad, y me lo bebo igual… solo que con el sabor de «bueno, esto es lo que hay».

Ella y yo.

Hoy por la tarde disfruté un deleite realmente extático. Tuve una cita conmigo entre un capuccino con leche de almendras, sin azúcar y yo.

Me senté en la mesita para dos personas, puse mi bolso en la silla frente a mí. Estar conmigo, despreocupada de absolutamente todo es la sensación indescriptiblemente afuera de esta dimensión.

Por razones que no abonan al blog omito decir que me sobran razones socialmente aprendidas para sentir culpa de beberme sola, y por una hora o más, la taza de café en mi completa y absoluta compañía. Según lo desaprendido, debería sentirme como el pus de la llaga que describe San Ignacio de Loyola en uno de sus libros que se llama ejercicios espirituales, cuya reseña omito porque no me considero ni docta, ni interesada en emitir opinión de tal cosa.

Me siento afortunada, me siento inmensamente dichosa. Y cuando llevan mi taza a la mesa, en la panadería que siempre tiene este aire íntimo y acogedor, me inunda un júbilo que me hace dar saltitos por dentro, la estaba esperando.

Solo estamos ella y yo. Se ve hermosa, por encima del blanco borde cerámico, hay una espuma densa. Cubre lo más bello que hay debajo, el color intermedio, balanceado, perfecto de lo que ordené y me prescribí para la salud de mi felicidad.

Frente a ella, mi taza, está quienes le hacen el trío perfecto, mi cuaderno de apuntes y mi biblioteca electrónica en la ipad. Las otras dos son opciones, pero mi taza de café no lo es.

A ella la he elegido libre y deliberadamente para sentirme viva, para mi absoluto placer en ese momento presente. Leer puede ser más tarde, anotar mis ideas será mientras por mi boca está mezclándose con mi saliva, más ese brebaje ligeramente viscozo de la leche de almendras y el café.

No sé de espressos, me han dicho que es la expresión más pura, ya los he bebido y bien, no somos compatibles. Pero para mí es la de ese casual cappuccino. Todos tenemos derecho a hacer el amor a nuestro modo, ¿o no? Es cultural, o así lo veo yo.

El capuccino es casual, en casa paso mi mañanero con un latté, pero vamos, hoy es domingo, ¿A caso tiene que ser todo igual siempre? No hay infidelidad en el asunto, mismo café pero de otro modo, ¿Cierto?

Cada vez que siento venir en mi boca el sorbo caliente, mientras mi lengua experimenta la temperatura, la textura, el olor.. que comienza a habitar mi cavidad húmeda, es una experiencia de todos mis sentidos, porque hasta sacudir la cucharita al borde de la taza y su sonido, me cautivan y me hacen estar ¡tan presente!

Es mi momento donde los pensamientos cesan, y lo crudo de los sentidos se exponencia y viven.

 NO ES PARA SIEMPRE LO NUESTRO, POR ESO ERES ETERNO.

Es aquí, es ahora, esto es lo que elijo, esto es lo que deseo.

Con mi cappuccino he aprendido una de las lecciones más significativas de mi vida. La única forma de inmortalizar y hacer algo perpetuo es sabiendo disfrutar cada uno de los momentos presentes.

Honrar la presencia de las cosas en el momento que se gesta en sí mismo evoca perpetuar a través de la intensidad del recuerdo. La plenitud de gozar con humildad la efímera existencia de las cosas.

La mejor manera de que algo dure, es valorar que siempre y todo es efímero. La permanencia de lo impermanente es la constante que no sabemos aprender a ver, más bien, yo no supe ver.

Mientras te escribo, sigo pensando en ese momento en que la taza, su cappuccino me hizo el amor esta tarde, y guardaré su recuerdo. Cuando vuelva a disponer de el tiempo para ese ritual estaré dispuesta a vivirlo como se debe, como un oda que honra lo presente y lo efímero de cada momento.

Mi momento de seducción es interrumpida por una llamada. Aterrizo abruptamente en el mundo. Y otro regocijo me acompaña al deslizar mi dedo índice por la pantalla plana de el móvil. Un rostro conocido, una voz realmente hermosa, y me dispongo a honrar de nuevo el momento presente.

Me traslado a la llamada con un sentimiento de gratitud, una buena conversación también es una dicha de grado supremo, y como no creo para nada el el azar, dejo a mi linda taza, ghosteada por un momento, le digo con la mente «lo siento», es que una plática de ese grado no puede ser obviada.

Cambia mi timbre, no puedo evitarlo, cuando me llaman mis seres queridos no puedo dejar de emocionarme y chirrear un poco la voz.

No le pierdo la vista a mi taza, la acaricio por momentos para recordarme que no debo dejarla enfriar. Así que, vuelvo a sorber por momentos. Su sabor no es el del primer trago, nunca lo es. Pero su importancia no merma.

Sigo conversando y en mis anotaciones dejo algunas palabras, para crear este blog un poco irracional, un poco espontáneo, pero del todo presente.

#jenniferbarillas #letras #café #seducción #hacerelamor

 

 

 



Comments
  1. Ale   On   agosto 22, 2022 at 5:32 pm

    Que bello!!!
    Creo por primera vez leerte y sentir que estaba contigo en lugar de el bolso.

    Me gusta este tipo de narrativa 😍

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