Por Jennifer Barillas.
El ir y venir de esta situación actual es un desafío al equilibrio. Esperamos vivir con más libertad o menos restricciones para poder trabajar con tranquilidad. Vuelvo a esta frase, ¿qué es trabajar con tranquilidad?, antes no teníamos que hacer fila, mantener distancia social o hacer tantos malabares solo para ir a comprar al supermercado. Pero, tampoco el ritmo era armónico. Había mucho estrés también.
Las aseguradoras de vehículos habían subido sus tasas porque había en el país una alza en los accidentes de tránsito, producto de que la gente no está en lo que está, el ritmo de vida que llevábamos no era el más sano tampoco.
La situación actual ha provocado que muchos emprendan en modo sobrevivencia, ya que han reducido sus salarios a lo mínimo o han perdido su trabajo. Este modo sobrevivencia no es precisamente emprender, es montar un negocio basándose en una necesidad apremiante de llevar el pan a la mesa. De ahí que la actitud no sea de innovar, crear algo nuevo que pueda crecer. Es buscar sustento.
Aclarando esta situación muestra que hay ansiedad y mucha expectativa de que tenga resultados favorables, pues el sentido de urgencia es lo principal. No es malo salir a buscar el pan, no es malo poner un negocio que me saque de una situación económica desfavorable. Solamente digo que emprender bajo tanta presión no significa que va a resultar, y eso causa desequilibrio también.
Hay personas que este año iniciaban a dar los primeros pasos de sus sueños empresariales y esta situación vino a frenar, y a dejar en peligro los compromisos que tomaron pensando que sería un año con muchos menos sobresaltos.
El ambiente ha sido duro. Como plantea Marshall Goldsmith en su libro «Triggers» hay un factor muy fuerte en el ambiente que influye directamente en tus acciones, así sea que estés determinada a comerte el mundo.
Cuando todo se derrumba.
El libro de Pema Chodron titulado, Cuando todo se derrumba, nos habla de volvernos hacia adentro cuando todo lo que conocíamos desaparece, cuando nos quitan la alfombra y no sabemos donde estamos paradas.
Volvernos hacia el interior se vuelve una necesidad. Porque nada de lo que está afuera nos dará la paz que necesitamos y sobre todo, la fortaleza para afrontar lo que estamos viviendo.
Ella sugiere que tomemos una actitud compasiva con nosotras mismas, a hacernos amigas de nosotras mismas.
Mientras medito todas las mañanas había momentos en los que me enojaba conmigo misma, no me tenía paciencia para serenarme. Ahora me doy cuenta que esa falta de tolerancia a mis imperfecciones las trasladaba fácilmente hacia los demás. Así que comencé a sentirme más alerta en mi actitud hacia otros a partir de estar alerta a mi actitud interior.
En otros aspectos también pude ver cómo me había relacionado por tiempo prolongado con personas que no tenían el mismo interés que yo de tener una amistad genuina, donde eres en verdad tú, donde no pretendes, donde no hay coraza. Pero me siento agradecida que durante esta pausa pude darme cuenta. Y la meditación también me lo permitió. Me dolió despedirme en espíritu, pero me siento feliz de que en mi camino llevaré menos carga, porque rodearse de personas que no son recíprocas también es perder vida.
Ese libro es un tesoro, de hecho, lo estoy leyendo por segunda vez y he vuelto a encontrar energías renovadas y nuevos tesoros que practicar para enriquecer mi vida y fortalecer mi interior.
La regla de los 5 Segundos.
En el grupo de lectura estamos por terminar el libro de esta coach que es la que más presentaciones ha dado en Estados Unidos, Mel Robbins.
La simplicidad de una acción puede llevar consecuencias beneficiosas expansivas. Y en este libro he encontrado una aplicación práctica para esos días en que de veras, preferiría seguir durmiendo. Pero leer la historia de Mel, la gran cantidad de testimonios en escenarios y vivencias tan diversas te llena de entusiasmo.
Probar la regla de los cinco segundos me ha permitido no comer de más cuando me da ansiedad, también me ha permitido apegarme a mantenerme activa físicamente aún cuando no quiero mover un dedo. Me ha permitido hacer llamadas telefónicas que era más fácil dejar para después. Y sobre todo, esa dichosa regla de cinco segundos me ha dado un buen empujón en cosas que me intimidaba hacer.
En resumen, he salido mucho de mi zona conocida estos días. No me siento cómoda en lo estático, me encanta el cambio. Pero hay cosas que te intimidan más que otras y este libro me ha ayudado mucho a dejar de darle vueltas a las cosas y hacer sin pensarlo demasiado.
No significa que uno se vuelva impulsivo y tonto, poco racional. No es para que te tires a hacer cosas estúpidas. Es para que aquellas cosas que son desafíos para tu crecimiento por fin lo hagas. O para que esas actitudes recurrentes las cambies por algo beneficioso. También es para que los días difíciles tomes fuerzas y no vayas a caer en un agujero negro donde poco puedas hacer para salir después.
El equilibrio es algo tan personal como tú. No hay recetas para ello, es un camino de experiencias vividas en carne propia. Lo que a ti te da paz y tranquilidad puede exasperar a otro. Por eso considero que es la aventura de las aventuras. Pero si en este camino te acompañas de amor propio, a pesar de las imperfecciones, se vuelve un hermoso y caótico juego de malabarismo.