Redacción Jennifer Barillas.
Esta cuarentena ha traído muchas circunstancias que han provocado angustia, incertidumbre y el cierre de empresas que vivían el día a día. Pero ahora se volvió insostenible.
Según Ricardo Castaneda, economista que dio declaraciones a la agencia de noticias efe Consideró que si la economía salvadoreña cae en un 4 % “es muy posible que el próximo año los niveles de deuda sobrepasen el 90 % del PIB (producto interno bruto), es decir que por cada 100 dólares que se producirían 90 ya lo vamos a deber”.
Estos números no son casualidad.Son una consecuencia del alto definitivo a las actividades económicas casi en su totalidad. No es de extrañarse que la micro empresa, emprendedores, auto empleados hayan perdido estos días a sus clientes que aportaban al sostén de su negocio.
El escenario es desfavorable para quienes han tenido que sostener a sus empleados con cero ingresos. El presidente de la Asociación Nacional de la Empresa Privada (ANEP), Javier Simán externó en una publicación de El Diario de Hoy que “Sabemos que la mayoría de empresas están cumpliendo con el pago de planilla, hay otras que están más apretadas y se están apegando a la suspensión que establece el código de trabajo”.
Todo esto repercute directamente en la vida de las personas, una a una y de eso es de lo que quiero hablar.
Aterricemos en tu situación personal
En primer lugar hay que volver a plantearnos como empresa lo que estábamos ofreciendo y ver si ante este escenario podemos maniobrar con nuestra oferta de producto o servicio. ¿En qué sentido?
Entrando en la cabeza del cliente y saliendo de tu cabeza. Esta no es una solución que vaya relacionada a una herramienta contable, administrativa o financiera. Es una solución paradigmática.
En primer lugar, el villano no es el cliente que se va. Pese a que haya una posible relación de mediano o largo tiempo, pese a todos los esfuerzos que hayas podido hacer para mantener feliz a ese cliente, no está en tus manos el escenario externo. Y tampoco tu cliente tiene incidencia en la pandemia. Una vez quitando villanos y víctimas podrás ver con menos emocionalidad la situación.
Puedes llorar, desahogarte, hacer lo necesario (en un espacio seguro, como con tu familia o amigo) para despedirte de la zona de confort que te daba tener este o estos clientes. Es necesario comprender que hemos entrado a un terreno nuevo y retomar con la mejor actitud lo que está por venir. Es necesario quitarte la carga de asumir que en poco tiempo volverás a estar donde estabas, porque hacerse expectativas irreales no te ayudará.
Actualmente hay muchos webbinars donde se analiza el escenario actual y posibles escenarios futuros de negocio. Lo más importante es ver cómo va a actuar mi cliente, y qué necesidades desatendidas tendrá con esta situación. Sobre todo, si es de mi competencia solventarlas. Y si no lo solvento de manera directa, hacer alianzas también es una buena opción para dar una respuesta de tu parte y mantener la relación, en lugar de una ruptura definitiva.
Re ingeniería en la actitud
Si antes asumíamos que teníamos un cliente año tras año, ahora ya no es así. Pero lo que sí puedes hacer es ver qué nuevas soluciones puedes brindarle, aunque no implique el 100% de lo que antes le dabas. Esa fidelización te ayudará a poder retomar más adelante más compromisos con una mayor disposición.
Dentro de esta re ingeniería es importante que te establezcas nuevas metas personales, profesionales y empresariales. Hay personas que no se dan el tiempo de plantearse si en verdad necesitan seguir viviendo como antes vivían. Si antes viajaban 6 veces en el año, ¿Es tan indispensable que lo sigan haciendo ahora?, ¿Puedes vivir sin ello?, ¿Puedes ser feliz sin comprar, acumular, producir todo lo que antes hacías?, y no me refiero a buscar la mediocridad y el conformismo. Es hacerse preguntas genuinas de si estábamos poniendo la felicidad en el lugar correcto.
Esta oportunidad puede tomarse como un período de incubar nuevas propuestas. Y tengo la satisfacción de ver cómo hay micro empresas que ya están creando nuevos productos digitales para ofrecer soluciones a sus clientes, cómo están surgiendo nuevas formas de servicio al cliente, nuevos emprendimientos también. Incluso, hay nuevas empresas familiares emergentes gracias a esta crisis.
Entonces, como bien expresa Camilo Cruz en el libro de La Vaca, «el éxito requiere de cambiar nuestra manera de actuar y pensar, y no de cambiar la manera de pensar y actuar de los demás».
Es mucho lo que se puede hacer. Es mucho lo que está por descubrirse. Será necesario darle un tiempo de luto a ciertas cosas que pensábamos que estarían ahí con nosotros. Y asumir con una actitud fresca la oportunidad de hacer algo nuevo, algo distinto, y que pueda llenarte de entusiasmo también.
De ti depende salir del modo sobrevivencia y comenzar a pensar del modo innovador, desafiante, conquistador. ¡Se puede!